La 17a edición de El Cruce fue récord, 1.650 nadadores estuvieron en los dos días de disputa en la playa de Cancún, en México. A diferencia del sábado, con el Iron Swim (3,8K) y en las pruebas de categorías menores, donde el tiempo estuvo bellísimo con un mar calmo, el domingo amaneció con vientos y previsión de lluvias. La organización llegó a atrasar casi una hora la largada de los 1.000 nadadores para la prueba más grande de aguas abiertas del mundo.
Los 10 kilómetros finalmente fueron autorizados por la Marina y Capitania de Puertos mexicana, pero un ajuste fue hecho por la organización. Al revés de las seis largadas por categoría que estaban previstas, fueron hechas apenas dos, una de mujeres, y cuatro minutos después, los hombres.
Rafael Hernández, nadador olímpico de México en 1964 y 1968, fue el idealizador de todo esto. A los 78 años, reveló a SWIM CHANNEL que ya había hecho “El Cruce” nadando desde la playa de Cancún hasta a la Isla Mujeres unas 25 veces. Él mismo reconoce que jamás imaginó que el evento que creó se volvería en la prueba más grande de aguas abiertas de México y una de las más grande de América Latina. El orgullo es todavía mayor ya que su hijo, Rafael Hernández, sigue la tradición y tiene la función de dirección general del evento.
Era él, quien estuvo por minutos hablando con la Marina, embarcando en jet skis para chequear como estaban las corrientes y siguiendo lo que él mismo había prometido en la conferencia de prensa, “La prioridad es la seguridad”.
Increíble como una prueba como esta que sale de una playa a otra consigue reunir tantos nadadores. Mil personas en una distancia de 10 kilómetros es algo casi impensable, aún más reuniendo nadadores de todos los niveles de performance.
La prueba tiene sus particularidades. Todos los nadadores deben utilizar las boyas de seguridad, eso no es exigencia de la organización , sino del Estado de Quintana Roo, el único de los 31 estados mexicanos que exige el uso de la boya para pruebas de aguas abiertas.
La bendición de la tradición Maya es una gran atracción. Mientras un grupo ejecuta la tradicional música, una pareja de indios hace la bendición de los atletas a través de sus canticos y el humo que esparcen entre los nadadores. Y cabe destacar que hasta ahora nunca han tenido ningún tipo de incidente en la prueba.
Este domingo, aún sin la ayuda de San Pedro, los Mayas hicieron su parte. Después de liberada la prueba fue iniciada y el tiempo cambió rápidamente. El cielo se oscureció, los vientos se incrementaron y las olas volvieron imposible la visibilidad. Aunque había 60 barcos y 115 kayaks en el agua, no estaban dadas las condiciones para continuar con la prueba.
El uruguayo Maximiliano Paccot, integrante de su selección nacional y ya clasificado para representar a su país en el Mundial de Budapest era quien estaba al frente. Uno a uno, los nadadores eran comunicados e informados de subir a bordo de los barcos que los traían de vuelta a Cancún.
Todo el proceso demoró más de una hora, pero al final, los Mayas habían hecho su parte, todos fueron rescatados sin ningún problema.
La excitación nunca dejo de estar presente. El entusiasmo de los participantes era contagioso, y todos querían hacer la prueba, pero también comprendieron que no había condiciones para continuar.
El Cruce 2022 fue un éxito, increíble que aún sin haberse realizado la prueba principal, el evento batió todos los récords en la historia de su disputa y dejó a todos sus participantes satisfechos por los esfuerzos y hasta de la insistencia de que la prueba fuese realizada.
Reuniendo nadadores de todas las edades, razas, tipos y hasta niveles, El Cruce es una celebración del deporte de las aguas abiertas. El próximo año, vamos a tener más gente, y ojalá que en 2023 tengamos no solo la bendición de los Mayas, sino también la ayuda de San Pedro.